lunes, 12 de octubre de 2009

Periódico Digital 7DIAS, Domingo 11 de Octubre del 2009

La magnitud del ajuste con el FMI

Por: Félix Calvo

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http://7dias.com.do/app/article.aspx?id=61305

Por primera vez en los últimos acuerdos con el FMI no se fija un tipo de cambio como meta del programa. Todo lo contrario, se ignora el tema, pero se crean condiciones para el ajuste cambiario (devaluación del peso) a partir de aceptar la realidad de un nivel de déficit fiscal no financiable en el 2009.

Una lectura técnica de la carta de intención del gobierno para un programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no debe dejar alguna duda sobre la magnitud del ajuste del gasto público y de sus consecuencias sociales y económicas.

Algunos amigos reaccionaron sorprendidos con las publicaciones de 7dias.com.do sobre las consecuencias de un programa macroeconómico que exige del gobierno venir de atrás con un déficit fiscal enorme y cerrar el presente 2009 con un déficit primario del sector público consolidado de apenas 0.8 % del producto interno bruto (PIB).

Esa meta supone que el grueso del déficit del sector público consolidado debe provenir del Banco Central, con lo cual el FMI acepta que el gobierno no entregue los fondos necesarios para la capitalización de dicho banco emisor. El documento propone una reforma a la ley de capitalización del Banco Central, para “hacerla mas realista” ante la ausencia de la voluntad política del gobierno de cumplir con dicha ley. Es obvio que ese paso es una acomodación del FMI a las protestas del gobierno central contra dicha ley de capitalización del Banco Central. Una queja que viene del acuerdo anterior.

En números, que el sector publico consolidado termine con un déficit fiscal primario del 0.8 % del PIB significa un fuerte (inaudito) ahorro del gobierno central y el desmonte de importantes gastos corrientes, en especial los gastos en salarios, como dice la carta de intención. Cuando hablamos de 0.8 % del PIB debemos considerar que en el 2009 un 1 % del PIB equivale a 17 mil millones de pesos. Ajustar el déficit fiscal primario a ese nivel no tiene antecedentes en la historia de las finanzas públicas del país.

Como el programa con el FMI habla de un déficit fiscal global para el 2009 equivalente al 4.5 % del PIB, es decir, de unos 76 mil millones de pesos, la atención debe dirigirse al comportamiento de la tasa de cambio. Como el FMI ve inevitable monetizar ese déficit fiscal consolidado, tiene sentido ir a la parte final de programa económico publicado donde se exponen tesis novedosas sobre el futuro de la tasa de cambio del peso respecto al dólar.

En el párrafo 23 se observa que a partir del acuerdo con el FMI todos los desembolsos de los organismos multilaterales de financiamiento en moneda extranjera deberán ser canjeados en el Banco Central para contribuir al aumento de las reservas de dicho banco de emisión. Ahí mismo se prohíben los anticipos financieros como mecanismo de ejecución presupuestaria, poniendo punto final a cualquier otro intento del tipo Sunland.

(En un próximo artículo me voy a referir del impacto monetario de canjear la asistencia internacional en el Banco Central).

En el párrafo 24 se vuelve a recalcar que el programa busca impulsar el tipo de cambio flexible. Previo a ello, en la carta dirigida al directorio del FMI, el gobierno se compromete a renunciar a la imposición de restricciones cambiarias y se compromete a renunciar a los tipos de cambios múltiples o a las restricciones a las importaciones.

Esos compromisos, sin que el programa contemple al tipo de cambio como objetivo, como meta, indican que la paridad peso/dólar adquiere un carácter libre una vez se inicie el acuerdo.

Por primera vez en los últimos acuerdos con el FMI no se fija un tipo de cambio como meta del programa. Todo lo contrario, se ignora el tema, pero se crean condiciones para el ajuste cambiario (devaluación del peso) a partir de aceptar la realidad de un nivel de déficit fiscal no financiable en el 2009. De esa manera el déficit se monetiza y con ello se induce una devaluación monetaria.

Para hacer creíble esa decisión y evitar los riesgos colaterales, el programa con el FMI apunta hacia el sector financiero. Se plantea un nuevo programa de supervisión bancaria y nuevos mecanismos de alerta de riesgos, de riesgo crediticio, de riesgo patrimonial, etc.

Ese aspecto es importante porque corrobora la tesis de la monetización de un importante déficit fiscal del 2009 y con ello una devaluación de la moneda. Este paso afectaría al sector financiero dominicano si no se toman las previsiones en materia de supervisión bancaria para que los intermediarios financieros se muevan en los parámetros de las normas internacionales en cuanto a patrimonio.

Un cambio de la tasa de cambio afecta la relación activos/patrimonio y al mismo tiempo aumenta el nivel de riesgo de la cartera dolarizada. Aquellos sectores vinculados al mercado interno con deuda en moneda extranjera verían reducidos sus flujos y por tanto afectarían su capacidad de pagar la deuda.

Sin embargo, con una supervisión bancaria activa esos riesgos se minimizan. Ello significa que los intermediarios financieros deberían disminuir los beneficios a distribuir en el 2009 y en el 2010 para aumentar el capital y las provisiones de reservas para créditos malos.

Como puede observarse, el programa del FMI es coherente y toma las previsiones necesarias para que el ajuste no impacte de manera negativa en sectores sensibles, como el financiero.


Desde esta perspectiva el programa del FMI afecta a los sectores pudientes que controlan las acciones de los intermediarios financieros. Si en los últimos años esos sectores disfrutaron de muy buen rentabilidad en sus acciones, en los próximos dos años deben verla muy disminuida.

Claro, esa disminución en la rentabilidad del capital es en defensa de su patrimonio con lo cual se evitaría la vuelta a la crisis bancaria del 2002-03.

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