domingo, 16 de agosto de 2009

Producción, trabajo y educación, desde el desarrollo humano

Periódico HOY, Domingo, 16 Agosto 2009

Producción, trabajo y educación, desde el desarrollo humano

Este artículo fue publicado originalmente en el boletín número 59 de la Revista Latinoamericana de Desarrollo Humano

Escrito por: MIGUEL CEARA-HATTON

URL:
http://hoy.com.do/negocios/2009/8/15/289557/Produccion-trabajo-y-educacion-desde-el-desarrollo-humano

Amartya Sen sostiene que el desarrollo es la ampliación de las libertades reales que tienen las personas para elegir lo que valoran en la vida, es decir, hacer esto o ser aquello. Una persona sin salud, mal nutrida, analfabeta, sin trabajo es una persona privada sin capacidad de elegir. Por eso, el desarrollo es un proceso de liberación de las personas desde una situación de privación.

Sen señala que la falta de libertades está relacionada directamente con la pobreza, que priva a las personas de conseguir un nivel de nutrición suficiente, de curar enfermedades tratables, de vestir dignamente, de tener una vivienda aceptable y disponer de agua limpia y servicios de saneamiento.

En otros casos, la privación de la libertad está relacionada con la falta de servicios públicos como la atención de salud, de educación o instituciones eficaces para el mantenimiento de la paz y el orden social.

También la violación de la libertad se relaciona directamente con la negativa de los Estados a reconocer las libertades políticas y civiles y a la imposición de restricciones para participar en la vida social, política y económica de la comunidad. Hasta ahora, los enfoques tradicionales de la economía han sido limitados para generar desarrollo.

Hoy día se sabe que el mercado no crea libertades fundamentales ni desmonta privaciones, a lo sumo crea inmunidades frente a las decisiones y nada más. Por otra parte, la evidencia empírica muestra que la derrama no se produce a menos que no exista una política deliberada de beneficiar a la población.

El eje central del desarrollo es ampliar las libertades fundamentales de las personas y por lo tanto, la eficiencia y la eficacia del esfuerzo de producir bienes y servicios debe poner énfasis en la reducción de las privaciones y en el aumento las oportunidades reales de las personas.

No se trata simplemente de la creación de la base material, sino el cómo se crea esa base material de manera que amplíe las libertades humanas.

Un ejemplo puede ilustrar esta perspectiva. Hay muchas formas de hacer crecer el Producto Interno Bruto (PIB) pero solamente cuando ese crecimiento se fundamenta en la ampliación de las capacidades humanas se puede generar una dinámica de retroalimentación entre capacidades y crecimiento económico. En ese caso, el crecimiento y el desarrollo humano son dos aspectos de un mismo proceso, en donde crecer exige mejorar las capacidades humanas, y hacer sostenible el crecimiento económico implica convertirlo en desarrollo humano.

En términos de políticas públicas, la eficiencia y la eficacia debe evaluarse en términos de sus resultados en la ampliación o no de las libertades humanas, de las oportunidades reales que tiene la gente para poder llevar la vida que valoran.

Hoy más que nunca esta perspectiva tiene validez histórica ya que en esta Sociedad de la Información la fuente de creación de riqueza es el conocimiento y las habilidades, las cuales son desarrolladas y portadas por el cerebro humano. Como ha señalado Castells: “por primera vez en la historia la mente humana es una fuerza productiva directa, no sólo un elemento decisivo del sistema de producción. Así las computadoras, los sistemas de comunicación, descodificación y programación genética son todos amplificadores y prolongaciones de la mente humana. Lo que pensamos y cómo pensamos queda expresado en bienes, servicios, producción material e intelectual, ya sea alimento, refugio, sistemas de transporte y comunicaciones, computadoras, misiles, salud, educación o imágenes.”

En síntesis, el crecimiento económico y la competitividad dependen de la productividad, y a su vez ésta depende del uso cada vez más intenso de la tecnología y del conocimiento. La productividad depende de la capacidad inventiva del ser humano, de las habilidades humanas, de la inteligencia y de la capacidad para desarrollar y difundir nuevas tecnologías.

Por lo tanto las condiciones de vida del ser humano son un factor esencial para determinar el crecimiento económico, al ser las personas las portadoras de las habilidades, conocimientos y las creadoras de los nuevos procesos, de manera que para crecer económicamente hay que desarrollar al ser humano. Crecimiento y desarrollo humano son dos aspectos de un mismo proceso, donde crecer exige mejorar las habilidades y condiciones del portador de conocimientos: las personas. A su vez, ser sostenible en ese crecimiento demanda mejorar el desarrollo humano, ampliar las posibilidades de elección de las personas. Así el desarrollo humano genera las condiciones para el crecimiento económico, y el crecimiento económico, para ser sostenible, debe convertirse en desarrollo humano.

¿Cuál es el rol de la educación?

La educación es el medio principal de construcción de valores de una sociedad. A través de ella se siembran principios, normas, visiones y se construye el ideal simbólico de una sociedad. Por si misma no es suficiente para determinar el grado de bienestar que se puede alcanzar, pero es una condición indispensable. Es un elemento constitutivo del desarrollo humano y se entiende como bien público irrenunciable e indispensable para el pleno desarrollo del ser humano, el cual a su vez hace otros derechos humanos, como políticos, civiles y sociales y, en consecuencia, de la ciudadanía. Como un derecho, consagrado incluso en la constitución dominicana, se diferencia de un servicio, por cuanto el Estado tiene la obligación de respetar, asegurar, proteger y promover. La educación tiene un rol determinante en el acceso efectivo a las oportunidades y como capacidad, se porta individualmente pero se construye socialmente, a través de las políticas públicas que definen el sistema educativo. El papel del Estado es promover mediante las políticas públicas los procesos y situaciones necesarias para que esas capacidades se alcancen sin discriminaciones; su responsabilidad es garantizar una cobertura y una calidad educativa que facilite a las personas alcanzar lo que valoran en la vida y que al mismo tiempo sirva para crear ciudadanía. La no materialización de estos derechos hace que el sistema educativo, que es una construcción social y deliberada, reproduzca el orden de inequidad social. Frente a un Estado de derecho deficiente, es el empoderamiento y la movilización social quienes determinan el acceso efectivo a las oportunidades. Empoderamiento, equidad y eficiencia forman parte de un solo proceso de desarrollo humano.

¿Qué rol tiene el trabajo en ese proceso?

En este contexto, uno de los principales medios para conseguir desarrollo humano es el trabajo productivo, por cuanto posibilita la generación de recursos para permitir alas personas cubrir sus necesidades básicas e incrementar el abanico de opciones que realmente

Valoran

Tener un empleo decente permite a las personas generar ingresos, insertándose de manera productiva en la sociedad, lo que constituye un eslabón fundamental para la ampliación de sus libertades (capacidades). El empleo proporciona a las personas no sólo el medio para adquirir los bienes y servicios necesarios para vivir (poder económico) sino también contribuye a incrementar su dignidad y amor propio (poder social) así como a otorgar la posibilidad de influir en la toma de decisiones en su lugar de trabajo y fuera del mismo (poder político).

De hecho, el desempleo lleva a otras formas de exclusión como la falta de salud, la mortalidad prematura, la morbilidad evitable, la pérdida de autoestima y el sentido de pertenencia, mientras el empleo puede ser fuente de exclusión o fragmentación cuando lo hace a través del subempleo o el empleo informal en condiciones inadecuadas.

Para que el trabajo pueda ser medio de creación de ciudadanía en sentido amplio debe ser un “trabajo decente”, es decir, el punto de convergencia de un trabajo productivo, desarrollado en condiciones de libertad, equidad y seguridad, de manera que no viole la dignidad intrínseca del ser humano; un trabajo donde se respeten los derechos laborales, protegido en un marco de regulación legal y de diálogo y negociación entre las partes.

En definitiva, un trabajo de calidad” o como lo establece la Organización Internacional de Trabajo (OIT), un “trabajo decente” que sea el resultado de la interacción de un trabajo productivo y seguro, con respeto a los derechos laborales, con ingresos adecuados, no discriminatorio por razones de género, edad, etnia u opción sexual, con protección y diálogo social, que respete el principio de justicia, la libertad sindical, negociación colectiva y participación.

Hay varios factores en la dinámica productiva y la inserción laboral que pueden afectar el desarrollo humano, debilitando las posibilidades de crear “trabajo decente”. Primero, el debilitamiento de la relación entre el nivel de actividad económica y el nivel de empleo, en el sentido de que un aumento en el nivel de actividad genera cada vez menos empleos, o que el esfuerzo productivo para generar un empleo sea cada vez mayor. Segundo, aún cuando se creen más empleos éstos pueden ser en el sector informal, generalmente asociado a condiciones más flexibles de trabajo. Tercero, los trabajadores ocupados bajo diversas formas de subcontratación en empresas formales o en cadenas productivas pueden quedar bajo un régimen de inserción precaria porque no se cumplen las leyes laborales o porque existen relaciones de empleo ocultas que crean una situación de desprotección social y de inestabilidad laboral.

Cuarto, los nuevos riesgos vinculados a los cambios en el funcionamiento de la economía (cambios en la estructura productiva, procesos de globalización, cambios tecnológicos) pudieran llevar al desempleo y, por tanto, a la inseguridad económica, la pérdida de protección y la carencia de ingresos. Estos elementos nos llevan a destacar que la creación de empleos en general y el acceso a un “trabajo decente” en particular no es un resultado espontáneo que se logra con el simple crecimiento económico. Estos son el resultado de acciones y políticas públicas que tomen en cuenta las características particulares del mercado laboral, que garanticen el acceso equitativo a las oportunidades de hombres y mujeres, personas adultas y jóvenes.

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