lunes, 17 de agosto de 2009

Por un Banco Central independiente

Periódico Hoy, Viernes 13 Agosto 2009

Por un Banco Central independiente

Autonomía de banca central es paradigma institucional aceptado

Escrito por: EDUARDO JORGE PRATS (e.jorge@jorgeprats.com)

URL:
http://hoy.com.do/opiniones/2009/8/13/289333/Por-un-Banco-Central-independiente


El economista Félix Calvo pretende descalificar a quienes han defendido la autonomía constitucional del Banco Central, afirmando que son unos “ignorantes” que supuestamente sirven de “bocinas” de las autoridades monetarias y financieras (“Ignorantes hablando de banca central”, www.7dias.com.do, 2 de agosto de 2009).

Como he sido un constante y público defensor de dicha autonomía, tanto a nivel de mis escritos en la prensa como en mis libros sobre Derecho Constitucional y regulación monetaria y financiera, no me queda otro camino que sentirme aludido por estas alusiones rayanas en la difamación pero que, además, son totalmente infundadas. Sin embargo, no son estos argumentos ad hominen los que ocuparán el tiempo de nuestra columna sino las razones de fondo pobremente esbozadas por Calvo.

¿De dónde saca Calvo la peregrina idea de que quienes abogan por la autonomía de la banca central son unos ignorantes? Un vistazo a vuelo de pájaro de la literatura especializada revela al más despistado de los lectores el consenso casi unánime acerca de la necesidad de que los bancos centrales sean autónomos. Ya lo afirma Alex Cukierman, profesor de la Universidad de Tel-Aviv: “La mayoría de los bancos centrales goza hoy en día de mucha más autonomía, tanto legal como efectiva, que veinte años atrás. La autonomía del banco central y los arreglos institucionales que la acompañan –por ejemplo, un régimen de metas de inflación- se han convertido en mecanismos de compromiso de gran aceptación. Si bien quedan algunos aspectos polémicos, ha surgido el siguiente amplio consenso práctico, respaldado por trabajo académico”. El dato es cierto y global: “se observa una tendencia mundial hacia una mayor independencia o autonomía otorgada a los bancos centrales” (Marcelo Ochoa y Klaus Schmidt-Hebbel).

Según Calvo, “la supuesta independencia del banco central no garantiza un pelo de cabello en sí”. Las evidencias desmienten, sin embargo, esta afirmación. Como bien establece Alan Blinder en su libro “Banca Central en la teoría y en la práctica” y como confirman los trabajos de Luis Jácome y Francisco Vásquez, en los países con bancos centrales autónomos se han observado tasas de inflación más bajas, sin experimentar caídas en el producto. Es más, como bien afirma Cukierman, comentando los hallazgos de Gutiérrez, “los países que insertan la independencia legal del banco central en la Constitución tienen menos inflación que aquellos que no lo hacen”. Es decir que la autonomía de la banca central es un paradigma institucional ampliamente aceptado y ello así porque la misma contribuye a la estabilidad de precios.

De manera que no se trata de “poner a profesionales del derecho a escribir disparates por el simple hecho de que el banco central quiere esa autonomía a cualquier precio”, como afirma Calvo, sino que el modelo de banca central dependiente de los poderes políticos que él propone no es defendido por ningún economista ni hacedor de políticas públicas que se respete. Y es que, como economista, Calvo se encuentra situado en una época de la historia de las ciencias económicas más que rebasada, cuando no se atribuía ninguna importancia a la independencia del banco central, el concepto de credibilidad de la política monetaria apenas se encontraba en sus primeras etapas de desarrollo, y se creía que la inflación generaba crecimiento económico. Este concepto atrasado del rol del Banco Central ha sido superado incluso en las economías ex socialistas de Europa, como debería saber un economista que estudió en la Alemania comunista.

Hay países, como Estados Unidos, que pueden darse el lujo de no consagrar constitucionalmente la independencia de la banca central porque existe una convención constitucional tácita y no escrita, respetada por los políticos, de no interferir en la regulación monetaria. Los dominicanos, sin embargo, debemos aprovechar la reforma constitucional para consolidar lo logrado en 1947, cuando se consagró constitucionalmente la autonomía del Banco Central, y en 2002 cuando se sentaron las bases de la nueva regulación financiera. Hay que inmunizar constitucionalmente al Banco Central de cualquier intento de los poderes políticos de interferir en éste porque, solo evitando la supremacía monetaria del gobierno central por la que aboga Calvo, se evita el abuso de la emisión monetaria y el impuesto inflacionario que perjudica a los pobres.

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